CHÁVEZ: LÍDER BOLIVARIANO 1989-1992  (I)

Por: Alejandro López / Historiador, Presidente del Centro de Estudios Simón Bolívar y asesor de la Fundación Comandante Eterno Hugo Chávez

Entre 1989 y 1992 el mundo fue testigo de contundentes hechos geopolíticos, económicos y sociales, signados por el desmantelamiento del campo socialista en Europa del este, el repliegue del apartheid al sur de África, el intervencionismo norteamericano y la expansión del neoliberalismo en América Latina. 

Durante esta bisagra histórica, donde se fortalece la hegemonía global del capital y la naciones aparecen como obstáculos para la aplicación de las doctrinas del libre comercio y el libre endeudamiento, nuestro país enfrenta a las imposiciones del imperialismo financiero en dos ocasiones: primero, en la insurrección popular de 1989 y luego, con la rebelión cívico-militar encabezada en 1992 por el Comandante Hugo Chávez Frías. 

En estos tres años, el Líder Bolivariano consolida la conducción de tres comandos estratégicos. Uno militar donde garantiza su profesionalización en las filas del Ejército y correspondiente mando de tropas; otro político que presenta el Sistema EBR y el plan para construir un legítimo Estado Nacional. Por último, uno bolivariano que se encarga de las nuevas adhesiones al MBR 200, refuerza los contactos con organizaciones sociales y partidos políticos. 

Así nace un nuevo liderazgo histórico en la Venezuela contemporánea. Hugo Chávez empieza a reunir las esperanzas de un pueblo invisibilizado, al que incorpora al movimiento revolucionario que, en apenas 6 años, se convertiría en la primera fuerza político-social del país.   

Se oía venir el inevitable huracán

El 27 y 28 de febrero de 1989 revelan la esencia represiva de la “democracia” representativa instalada en Venezuela 30 años atrás. Durante esos días miles personas son asesinadas y desaparecidas por fuerzas policiales y militares, mientras participaban en las intensas protestas que sacudieron las calles de Caracas y otras 20 ciudades del país.

Apenas tres semanas atrás, durante su discurso en la toma de posesión como presidente de la República, Carlos Andrés Pérez afirmaba que “Sencillamente no puede haber ajustes en lo económico cuyos efectos sólo se sientan en los grupos de menores ingresos”. 

Sin embargo, “El Gran Viraje”, afectó directamente a los sectores populares; los primeros protagonistas del rechazo al “Paquetazo” y también las primeras víctimas de una operación de persecución, neutralización y exterminio ejecutada por la partidocracia adeco-copeyana. 

Más allá de nuestras fronteras, ese mismo año, 3 episodios determinan la última fase de la llamada Guerra Fría sostenida entre la Unión Soviética y EUA, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial: 1) La reunificación de Alemania como República capitalista; 2) El inicio de los conflictos políticos, étnicos y religiosos que empiezan a debilitar la cohesión de la República Federativa Socialista de Yugoslavia y 3) La invasión norteamericana de Panamá. 

La crisis del Bloque Socialista tiene implicaciones directas en América Latina. Cuba se encuentra aislada y cercada comercialmente e inicia la fase conocida como Periodo Especial. En Nicaragua, tras el desgaste de la guerra declarada por los Contras y EUA, los sandinistas pierden las elecciones presidenciales ante la Unión Nacional Opositora en 1990. 

Para 1991 se oficializa la disolución de la URSS y con la declaración de Independencia de Croacia, inicia la guerra en los Balcanes y la división del Estado fundador del Movimiento de Países No Alineados. A pesar de la crisis europea, el socialismo alcanza notables victorias. En ese mismo año, finaliza la Operación Carlota, donde miles de combatientes cubanos apoyaron a las fuerzas revolucionarias de Angola a consolidar su liberación, frenar el avance del apartheid promovido desde Sudáfrica y garantizar la Independencia de Namibia.     

Por su parte, las fuerzas norteamericanas avanzan y aseguran sus intereses en el Medio Oriente con la Operación Tormenta del Desierto, e intervienen en el derrocamiento del primer presidente elegido democráticamente en Haití, el sacerdote progresista Jean-Bertrand Aristide. 

En Venezuela, la embajada de EUA y la misión militar estadounidense, con oficinas en el Fuerte Tiuna, mantiene excelentes relaciones con las élites empresariales, políticas y sindicales. Los compromisos con trasnacionales financieras, comunicacionales, turísticas y petroleras se mantienen, a la vez que se reducen los subsidios. La miseria crece exponencialmente y “se agravó el deterioro social, económico, moral…Todo eso contribuía a crear las condiciones objetivas favorables a una acción como la nuestra. Se oía venir el inevitable huracán. Nada podía detenerlo…” 

Si la patria peligra, vibrarán nuestras banderas

Lo visto y vivido durante el Caracazo determinó a los miembros del MBR 200 a tomar acciones y no dar marcha atrás en la insurrección que venía preparándose desde 1982. Como primer objetivo estratégico, el Mayor Chávez, junto a otros de sus compañeros, se traza la misión asumir el mando de un batallón. Para lograrlo debe aprobar el curso de Comando y Estado Mayor, porque solo así, puede tener el acceso a las tropas que luego sumaría  a la rebelión. 

En octubre de 1989 comienza las clases en la Escuela Superior de Defensa, ubicada en Los Pinos, dentro de las instalaciones del Fuerte Tiuna, mientras trabaja en la Secretaría del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa (Seconasede), ubicada en el Palacio Blanco, frente al Palacio de Miraflores. 

A finales de ese año, cuando Chávez se encuentra enfocado en los estudios y la organización del MBR 200, es acusado de planificar un magnicidio para el 6 de diciembre; mismo día en que se celebran las primeras elecciones regionales de la historia política venezolana. Tras la llamada “Noche de los Mayores”, inocente de todo señalamiento, es reasignado como oficial de asuntos civiles en la Brigada de Cazadores en Maturín, estado Monagas.  

Pocos fueron los meses que pasó en el oriente del país. Ya a principios de 1990 Chávez se encontraba de vuelta en la Capital, bajo la estricta vigilancia del General Carlos Julio Peñaloza, Jefe del Estado Mayor del Ejército, quien lo conocía por sus opiniones y vínculos dentro y fuera de los cuarteles.  En julio de ese año, a pesar de las tensiones, logra ascender a Teniente Coronel y “…lo único que pudieron hacer fue cambiarme de orden de mérito, impedir que fuera número uno. Fui número 12. Pero ascendí. Ahí es cuando Peñaloza decide: ‘!Hay que impedir que se gradúe!’. Eso generó una verdadera guerra…” 

En adelante, el hostigamiento y humillaciones formaron parte del día a día, dentro y fuera de las aulas. Entre reclamos y exigencias por un trato digno, corrieron los meses hasta que, a mediados de 1991, Chávez cumple con todos los requerimientos académicos y se gradúa. Sin embargo, cuando cree que ya tiene asegurada una unidad de comando, el 17 de julio de ese año, es designado a presentarse y cumplir funciones en la proveeduría de las Fuerzas Armadas. 

Esta decisión desconcertante, que correspondía a presiones ejercidas desde el Alto Mando Militar, pronto quedó sin efecto. El 13 de agosto, el Líder Bolivariano recibe una llamada que le informa su próxima asignación: presentarse en el cuartel José Antonio Páez ubicado en Maracay, estado Aragua, con el nombramiento de primer comandante del Batallón de Infantería de Paracaidistas “Coronel Antonio Nicolás Briceño”.

No podía haber recibido una mejor noticia, y en palabras del propio Comandante “cuando recibí el mando de aquel batallón de tropa ‘boinas rojas’, la frase que me salió de adentro, con el estandarte de ese batallón de élite en la mano, fue: ‘¡Se jodieron!’.” . Para él, es terreno conocido y el regreso a Maracay, la tierra del Samán de Güere, fortalece tanto la moral, como las posiciones estratégicas. Fiel a su naturaleza, Chávez tiene un trato directo con las tropas y afirma su liderazgo con el ejemplo y además “Me di a conocer, conversé con los oficiales…Pronto varios de ellos se sumaron al Movimiento (…) En cada una de mis arengas a los soldados, lo repetía de manera casi transparente. Les recordaba el propio lema del batallón: ‘Si la patria peligra, vibrarán nuestras banderas y volaremos como águilas’ ”. 

Continúa…